En fin, fueron 9 horas. Nos fuimos hasta que nos corrieron. Nos dimos cuenta que el gusto por las letras (y palabras, frases, oraciones y pensamientos) sigue siendo mutuo, aunque ahora, la palabra fue hablada y no escrita, y refrescantemente acompañada por muchas cervezas de todo tipo, yendo del chocolate hasta la fruta.
Los temas de conversación, como de cualquier otra mesa de bar (restaurant, cafetería o fonda), giraron en torno al trabajo y en especial, muy en especial, a las relaciones interpersonales. En este platicar, nos dimos cuenta que, no importa cuál sea nuestro entorno, nuestra historia y nuestro quehacer diario, seguimos teniendo cosas en común, y no sólo el origen norteño (grandemente norteño), sino que también combatimos en guerras cotidianas similares. En el aspecto laboral, ella lucha en la burocracia gubernamental, yo en la de la iniciativa privada. En el tema de relaciones interpersonales, ella enfrenta al mar, yo al tiempo. En el tema de los sueños, seguimos compartiendo la utopía (mermada un tanto por la realidad que nos aqueja, pero al fin y al cabo, utopía). En fin, disfrutamos, reímos, recordamos y sobre todo, hablamos y hablamos mucho. Recibimos mi cumpleaños con amable pastelito chocolatero (y un buen dolor de cabeza el día siguiente). Gracias.
Sólo espero que no pasen 3 años para que nos volvamos a encontrar, y que sean más bien los 3 años los que hablemos y 9 horas las que sean las que no nos veamos. Mientras tanto, te deseo lo mejor en tu navegar por el mar, te irá bien, llegarás a puerto; yo por mi parte, trataré de encontrar a alguien que me enseñe a navegar a través del tiempo.
Hmmmm, lo que me hace pensar, uno ha escuchado de grandes navegantes en cualquiera de los 7 mares (así como de ríos, charcos, lagos, lagunas -o lagunillas, mis barrios jeje-), pero, ¿alguno ha escuchado de alguien que haya navegado en el tiempo?. Chale!
Wow!!!!
Nunca, de verdad nunca, había leído en Internet una historia donde mi persona se viera involucrada en una lectura tan rica y tan agradable. Me sentí un personaje de tu (y mi) narración.
Efectivamente (queridos lectores) así fue. Fueron tres años y nueve horas, todavía no me repongo del cansancio lingual, pero así fue.
Después de tres años me reencontré con mi gran amigo, mi gran compañero de viajes, de sueños y de muchas esperanzas.
Hoy, tres años después, veo al mismo que encontré alguna vez en la Prepa, en la banca de al lado haciendo un examen, tal vez él de cálculo y yo de Lectura y Redacción. Que, por cierto, no dejaba que uno se concentrara en el examen porque siempre utilizaba sus lápices y plumas como baquetas y sus pies bailaban de arriba a abajo, más que el conejito Tambor.
Veo al mismo que en alguna ocasión me llevó a la azotea de su casa y me dejó escuchar sus primeras canciones (letra y música original).
Al mismo que me presentó a Delgadillo y a Filio y a Silvio (y que mucho tiempo después dejaría esa música en mis recuerdos de la adolescencia), veo al mismo que me confesó sus primeros amores y yo le confesé los míos (y soñábamos y analizábamos cada una de nuestras historias e imaginábamos el gran final). Veo al mismo que en muchos de sus cumpleaños compartió conmigo un delicioso pastel de especies que hacía su mamá.
A ese amigo lo volví a ver y, efectivamente, fueron nueve horas de palabras y de sueños y de recuerdos. Curiosamente los tres años sin hablarnos nunca fueron un problema durante esas tres horas entre cervezas, (yo cigarros) y mucha comida, porque cuando una amistad es sincera y honesta, como la nuestra, el tiempo no existe.
El tiempo nunca es un obstáculo cuando dos almas se reencuentran, al contrario, en situaciones como la nuestra, el tiempo sólo ayuda a darnos cuenta de que en el fondo seguimos siendo los mismos que antes.
Gracias por haber vuelto a aparecer en mi loca aventura de vivir.
Sólo quiero dejarte (o dejar a los lectores) con una frase que, creo, en estos momentos queda perfecto, al hablar del tiempo: En una ocasión le pidieron a Einstein una definición simple, para todo público, de su Teoría de la Relatividad, y contestó: “Es muy sencillo: no es el mismo tiempo el que pasamos al lado de la mujer amada que el que pasamos en la antesala del dentista”.
Te quiero!!!!
Sandra
Gracias por tan amigable, sincero, abierto y rico comentario! :) y gracias por la frase, lamentablemente me temo que ahora, sin la menor duda, estoy en la antesala del dentista.
Y por cierto, acerca de tu pensamiento de relación interpersonal, espero que de profecía, tenga mucho! :)
Esperamos tenerte por acá, en esta pista clandestina, más seguido.