El miedo que tendría yo, porque yo en lo personal he caido en eso, es el de confundir esa corazonada o sexto sentido, con un prejuicio altamente (y negativamente) arraigado dentro de uno, que se presta a responder de forma inmediata, queriendo ocupar el lugar de una corazonada.
Que tristeza que se pudiera confundir un prejuicio con una corazonada y que se impida entonces la existencia de algo más interesante en la vida de uno: el relacionarte con alguien, una nueva oportunidad laboral, de caminos, de sueños, de experiencias.
Que los dioses nos(me) de la inteligencia y capacidad de saber distinguirlos. Las corazonadas son chidas, las buenas, las positivas, y nos llevan a hacer cosas diferentes, a la espontaneidad.
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