Sigo lleno de polvos mágicos, de hadas. Cientos de orugas que fuman y que se convierten en mariposas, vuelan fuertemente dentro de mi estómago (he tenido que correr varias veces al baño, pues no sé como manejarlo). Mis manos, siguen oliendo a sus manos, a su perfume. Mi cabeza sigue sin asimilarlo (creo que nunca lo podrá asimilar, no son asuntos de los trabajadores del último piso). Mis ojos siguen viéndola. Estoy acá, pero sigo allá.
Estoy bien, tengo menos presión en mi pecho, pero al mismo tiempo tengo un hueco (pero es mejor que tener una punzada dentro de mi pecho).
Estos viajes al País de las Maravillas, por más extraños que parezcan para el mundo real, son los que le dan vida a la vida.
Gracias a todas las hadas que me indicaron el camino, y también gracias a todos los que me encontré en mi vuelo al País de las MaravillaS, ellos y ellas son prueba de que existe gente buena, muy buena. Gracias, de verdad.
Por favor, sé feliz, no estés triste. Haz lo que tengas que hacer, lo que quieras hacer, lo que tu corazón te dicte. Yo ya lo hice y se siente bien, muy bien. Quiero con todo mi corazón que seas la más feliz. Cuidate, que yo me cuidaré. No te pierdas, pues yo no me perderé. Pero si por momentos decides perderte, hazlo. Si quieres hablar, escucharé. Si quieres callar, escucharé también.
El mensaje dejado por Peter Pan, es mi verdad de cuerpo, mente y alma, en este mundo y en el de las maravillas. Recuérdalo.
Ahora, tengo que irme a dormir, pues sigo con un pie en este mundo y en el de las maravillas.
por vez número milillonésima... GRACIAS POR LA MAGIA