Estas primeras llamadas y mensajes, me hicieron reflexionar acerca de mi forma personal de celebrar tan (no)esperada fecha. Recuerdo que cuando cumplí 18 años, pedí a mis padres que me hicieran un regalo que me recordara ese cumpleaños y mi llegada (semi-oficial) al mundo adulto. Me obsequiaron una guitarra acústica que todavia conservo. Gran regalo.
Doce años después me encuentré ante ese mismo cuestionamiento: ¿Qué me regalo para recordar este treintañero acontecimiento? Pensé que la compra de plateada y pesada manzanota era buen regalo. También pensé que el celebrarlo 8 horas por adelantado y bañado por estrellas de 7 velos y el agua del Bosphorus, podría ser también otra forma memorable. Pero no, aunque tremandamente llamativas y agradables estas dos opciones, ninguna de ellas me llenó de la emoción que un cumpleaños número 30 me exige.
Pensé entonces en una especie de "Bucket List", así como de esas listas que se publican en libros con la leyenda de "las 1001 películas que tiene que ver antes de morirse" (¡¿quién ve 1001 películas por cierto?!). Llegué entonces a la conclusión de hacer mi propia lista, llamada "30 cosas que hacer a los 30". Al pensar en hacer esa lista, me emocioné. Y pues la emoción personal creo que es la base esencial de cualquier regalo, así que creo que voy bien.
Ayer empecé con una de esas 30 acciones y envié un mail (que muy probablemente no tenga contestación). Me sentí bien al haberlo enviarlo, ya que no perdía nada en hacerlo.
No sé todavía las otras 29 cosas que estarán en esa lista, pero si puedo vislumbrar el hecho de poner en mi piel la frase que me inspira, el mandar otros mails que tengo ahí atorados o el hacer una fiesta para mis 30.
Así que sí, este año cumplo 30 y lo celebraré con 30 acciones. Pronto tendré la lista.
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