El día de hoy en reunión oficinista, un buen colega (extranjero) hablaba de la complicada y "dificultada" vida a la que se tiene que acostumbrar uno acá en la ciudad del nuevo centro histórico.
Hablaba de que sus pantalones no hacían caber a su nuevo ser. Se convirtió entonces en su propio anti-héroe.
Me gustó.
Yo siento a veces (la mayoría de las veces) que esta ciudad también me hace convertirme en mi propio anti-héroe (y va más allá de no caber en unos pantalones!).
Publicar un comentario