Hoy platicando en sobremesa oficinista salió el mismo tema un tanto crecido a otras áreas. Será el trabajo, la ciudad, el clima, la gente, el mundo publicitario, el tráfico, las calles (si se les puede llamar calles a muchas de ellas), la influenza (y la excesiva cantidad de noticias al respecto), la inseguridad. Tal vez es un poco (o un mucho) de todo, pero el chiste es que es verdad: esta ciudad chupa más de lo que da (sin albur). Y si uno quiere llenarse de energías por todo lo que esta ciudad tiene para ofrecer (conciertos, restaurantes, eventos, etc), uno termina invirtiendo más energías de lo que se recibe (han intentado ir a un concierto en el auditorio o en el foro sol? son más las horas para llegar y salir, que lo que dura el concierto!), por lo que como dicen por ahí: el caldo sale mucho más caro (y más cansado) que hacer albóndigas.
Tal vez habrá muchos capitalinos que adoren su ciudad, no lo dudo, y realmente envidio que tengan la capacidad de encontrar una forma de llenarse ante tanta chupadera de energías. ¿Cómo le hacen?
Yo apenas llevo dos semanas de regreso de las tierras rojas, donde el sol sonríe de mejilla a mejilla y el suelo quema los pies, y todo esa energia, calma, paciencia y equilibro logrados y alcanzados, se están empezando a ver seriamente atentados por el cúmulo de agentes "absorbe-energías" que se (des)organizan a mi alrededor.
Mis respuestas siguen más que firmes. Sólo quiero paz, paciencia y calma para poder disfrutarlas como se merecen todas ellas.
Ya me quiero ir de vacaciones otra vez, chale!
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