Se supone que debería estar trabajando en la pinche presentación del sábado, pero pues mi cerebro no está para bollos interneteros (ya para eso está mañana ja!). En fin, son las 11:44 pm y con música de Django Reinhardt de fondo (ya no todo es música Pop ja!), como niño que con todo su corazón escribe una carta y la ata a un globo para enviar sus sueños y deseos a Santa Claus (o los Reyes Magos, según sea la creencia), así yo escribo mi carta.
Esta carta me la sé de memoria y de corazón (los del piso medio llevan tiempo redactándola con sumo cuidado). Me la han leído cientos, miles de veces (me la sé desde la primera hasta la última línea). Sé qué dice, sé qué pide, sé qué anhela. Es simple, pero profunda, no es una que tenga una gran lista de pedidos (no me he portado tan bien este año ja!). La escribo, la leo, la siento en el alma y la ato a este globo (que tiene brillantina pegada con resistol), para que llegue a donde tenga que llegar, a donde deba llegar.
Hmmmm, creo que es tiempo de ir a la cama. En este momento los trabajadores del último piso y piso medio están muy cansados y me están pidiendo ir a descansar. Me voy a la cama, a tratar de que yo y estos chavos locos, podamos descansar y dejar ir, lo que se tenga que dejar ir. Todo nosotros dormiremos bajo la esperanza de que ese globo y esa carta, lleguen al manto estelar.
(Mañana sí o sí tengo que terminar esta pinfly presentación).
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Mañana en la noche tengo pitch y estoy un tanto nervioso.
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Que buena es la música gitana de Django Reinhardt y Stephane Grappelli (¿dónde quedaron este tipo de músicos?)
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Me dicen que aplique el roperazo, pues dicen que no es roperazo; yo digo que sí es, por lo que yo me sigo negando. A ver quien tiene la razón.
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