Este año empezó pintado de azul. Ha seguido así, y me ha gustado, mucho. Aunque he de admitir, que ha sido de vez en cuando, un tanto cansado. También ese azul se ha disfrazado de susto cuando es más bien gris, húmedo por tormenta y resplandeciente por los rayos (y el azul es más gris cuando uno viaja sólo con su mente llena de historias adelantadas!). Pero en fin, he tenido la oportunidad de estar cerca, cerquísima, de otras tierras y de otras experiencias, y eso está bueno.
También tuve la oportunidad de estar muy cerca, cerquísima, de la inspiración. Pensé seriamente en no ir. Qué bueno que al final mi pensamiento no fue tan serio y sí fui. Siempre he creido que uno tiene que invertir todo lo que está a su disposición (tiempo, dinero y esfuerzo) en lo que a uno lo hace feliz. Así que puse en práctica esa pseudo-filosofía (que a veces se ve traicionada por mis propias incongruencias), y fui.
Me hizo feliz (muy) ver, sentir, escuchar, vivir de cerca (y repito cerquísima) a una de mis más grandes (a)(in)spiraciones. Sin duda el mejor concierto que mi ser a presenciado.
No, no bajé esta foto de la interné, la tomé yo. Así de cerca estaba!! :)
Ayer, también pensé seriamente en no ir. Qué bueno que al final el pensamiento, experiecia previa, emoción y convencimiento de otro, me hicieron ver mi error y terminé yendo. Qué bueno que fui, porque lloré (literalmente) al cantar. Y esto porque me dí cuenta de que esa canción (una de muchísimas) es una de las pocas, poquísimas, canciones que han marcado alguna etapa importante de mi vida.
Recuerdo que cuando era niño, llegaba de la escuela y me apresuraba a poner en el tocadiscos de mis padres, aquel disco de portada blanca y de grandes éxitos, para escuchar una y otra vez dos canciones. Una, aún más que la otra. Esa canción era: "Let it be" de The Beatles.
Escucharla al piano, en vivo, junto con 55,000 personas más, me hizo sentir cerca, cerquísima, de aquellas tardes de niño, de sillón y de sostener un protector de cartón de un LP, mientras escuchaba esa canción, una y otra vez. Sí, lloré, como llora alguien de 11 años.
Este año he estado cerca, cerquísima, de cosas realmente importantes en mi vida. Y por lo que he podido ver (y gracias a los dioses) seguirá siendo así por el resto del año, y al parecer, también comenzará así el año que entra.Extrañamente las prioridades que fueron y no fueron prioridad el año pasado, empiezan a manifestarse y acomodarse, como el hecho de experimentar (de nuevo) el vivir en otras tierras.
Me gusta estar, cerquísima, de lo que me llena, aunque debo aceptar, que todavía estoy lejos de otras fuertes fuentes de felicidad. Espero que pronto también estén cerca, cerquísima.
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Debo admitir que últimamente he estado enfrascado en una vida expresada en menos de 140 caracteres. Y aunque realmente me gusta, también extraño el aterrizar pensamientos de una forma menos limitativa y venir a esta pista.
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El amor y el romance rodea las vidas de las vidas que me rodean. Cerca ha estado, pero todavía no tan cerca para estar dentro.
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Escribí esto hoy, 28 de mayo, no el 23, pero no entiendo por qué sale con fecha del 23. ¿Tal vez porque iba a empezarlo a escribir el 23?
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