Hoy, escribo acerca de alguien a quien realmente admiro, no solo en lo profesional, sino principalmente en lo personal. Su fuerza, su control, su tranquilidad, sus forma de enfrentar la vida, su objetividad (cargada de gran subjetividad), su gran (enorme) corazón y su inmenso cerebro (difícilisima combinación en estos días).
Lo que me gusta y admiro de hablar contigo es que siempre me das una nueva perspectiva de pensamiento. A los trabajadores del último piso, realmente les gusta mucho que los visites.
No sé que decirte. Tú más que nadie sabes de la dificultad de los tiempos y de los "retos" (si así le podemos llamar) que se nos ponen en nuestra vida. Aquí estaré (estaremos) para lo que necesites decir, hablar, callar, abrazar, gritar, cuestionar, reflexionar, llorar, olvidar, irónicamente reír. Siempre has estado ahí para nosotros. Mi casa, siempre, será tu casa.
Es un orgullo (en todo el sentido de la palabra) tenerte como parte del equipo, y no en el de trabajo, sino con el que uno enfrenta la vida. Abrazo grande, fuerte, de todo corazón.

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