Tantas cosas. Tantos vuelos. Y de esos tantos vuelos, tantos, nuevos. Desde visitar tierras andinas y el más impresionante lugar en homenaje a la comida y el baile, hasta salir en televisión nacional y radio colombiana, han sido parte de los vuelos de éstas semanas.
Es interesante hasta dónde, un mensaje de esperanza, le abre a uno las puertas. El tener esperanza, me da esperanza.
En fin. Es increíble que ya llegó diciembre (sé que he tocado este tema en todos los últimos aterrizajes, pero es que sigo sin creérmela). Y con su llegada, el cuestionamiento y la esperanza (mezclada con un poco de miedo) empiezan a hacer su lista de peticiones navideñas. Las celebraciones navideñas del año pasado, fueron de plano, una especie de marcalibros. No me cabe la menor duda que la navidad del año pasado, dictó en gran parte, la historia que se escribió este año.Una entrevista inquisitiva de forma individual (con sus respuestas mías y en gran medida, de otros), fue la base del cuento (si así se le puede llamar ja!) navideño que duró todo este año.
Esperanza ha sido el mensaje que he esparcido por medio de mi vida profesional en estos últimos días. Hoy quiero que se siga esparciendo ese mensaje de esperanza, pero quiero que se esparza primero, cual memo (o e-mail), o más aún, como chisme oficinista, entre los trabajadores del último piso y piso medio.
...
No me cabe la menor duda que la conjunción de talento, determinación y belleza en una sóla mujer, pueden hacer titubear hasta al hombre más seguro. Ayer, titubeé.
...
Es tremendamente irónico que la respuesta a una necesidad, puede ser la que te termine matando y no la necesidad misma. Así como una persona a punto de morir por inanición, puede morir por querer engullir un gran pedazo de pan; o una persona a punto de morir por congelación, puede morir por ponerla en contacto inmediato con agua caliente, bueno, pues así mismo sucede con la necesidad emocional. El contacto con esa respuesta, es la que te puede terminar matando.
Publicar un comentario